lunes, 24 de septiembre de 2007

16


Quiero cerrar los ojos, no tener que volver a abrirlos;
así dejar de ver la podrida ciudad a mis pies derrumbándose
con su olor a moho y humedad exagerada,
con sabor a vino, nicotina, marihuana,
con pudor de sexo y los ojos llenos de lágrimas.
La sangre sale de las muñecas con sonido a grito ahogado,
pero el mareo del alcohol con sabor a tabaco no permiten que el dolor se sienta…

El reloj pareciera dar la vuelta al revés, pero ella sigue chorreando al piso
sin que el humo lo impida; el agua esta caliente,
la ciudad se cae, los edificios se rompen,
las personas pisan sus propios recuerdos y no lo notan,
el cementerio no se mueve, los epitafios parecen tomar vida,
ella sigue manchando la ropa…

El dolor no permite que me pare,
el moho me produce náusea,
el vómito sale con lágrimas y humedad;
el grito se ahoga más en el charco de sangre en que descansan mis muñecas...

La humedad se vuelve fría,
a la marihuana se le acabó el efecto
y el vino huyo por mi boca;
el pudor se evaporó en tu cuerpo,
las lágrimas se convierten en sonrisa
y por fin los ojos se cierran…

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