lunes, 20 de agosto de 2007

Lágrimas de sal


No sé si quiero quedarme dentro de esta historia
desconozco su final;
arriesgarme a darme de bruces
nuevamente contra el espejo, que creí eras tú.

Cierro los ojos para sentirte más cerca;
con el miedo presente a que te desvanezcas
entre la niebla.

Te digo en voz baja que me esperes,
y repitas las palabras que sabes me acercan a ti.
No las escucho.

Te estiro la mano con la intención
de sentir tus dedos tembloroso aún.
No llego a tocarlos.

Trato de que las palabras
salgan al menos en un susurro de mi boca.
No se produce ningún sonido.

Las lágrimas de sal
recorren tu rostro en mi cabeza.
Trato de abrazarte para recordarte que no me he ido,
y no pienso hacerlo.

Doy un paso hacia ti
para sentir tu piel.
No la alcanzo,
doy uno más,
estiro la mano nuevamente.
Pero no siento nada.

Abro los ojos pensando descubrirte
antes de que caigas en el abismo.
No te encuentro.
Trato de llegar a ti a tientas.

Mis palabras no llegan a cortar
mis labios cuando las pronuncio.

¿Me escuchas aún?

Me descubro sola, repitiendo tu nombre
en un sonido que empieza a desaparecer.

¿Me sientes aún?

Te llamo, te busco,
no escucho tu voz, no siento tu mano,

Empiezo a entender que es en mi rostro
por donde resbalan las lágrimas de sal
que creí pertenecían al tuyo.

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